Ana Lorena, la fuerza de volver a empezar
“¿Por qué te quieres quedar con nosotros otra vez?”, preguntó Lorena al joven de Tabasco que volvía después de haberse alojado con ella dos años antes, aunque su vida era viajar de país en país. “Solamente mi mamá, mi papá y tú me han tratado tan bien en la vida”, le respondió.
Lorena no supo qué decir, su corazón se regocijó. Sabía que había nacido para servir, pero en ese momento lo confirmó; “ahora sí, hago lo que me corresponde”. Lorena nació en la ciudad de Chihuahua, pero vive en Guadalajara. Su hijo le habló de Airbnb y rápidamente se animó. Siempre curiosa y activa, Lorena decidió que su situación económica tenía que cambiar. Ahí descubrió “un mar de oportunidades”.
Estaba fascinada con encontrar una aplicación diseñada para sus necesidades. Tenía habitaciones desocupadas, así que podía recibir personas, orientarlas, servirlas. Estaría activa mientras mantenía su casa en buenas condiciones y compartía lo que más quería: su patria, el México que la arropa, y cuya unión y cultura admira.
También le permitía operar sin horarios ni jefes, usar su carisma, explorar sus ideas, su carácter. Podía ofrecer hospitalidad, orientación y apapacho. Esa fraternidad y trato humano que, ella sabía, todos apreciarían.
Le encanta pensar que otras culturas llegan a su mesa, la que ella procura cada día. Ha recibido gente de todas partes de México e incluso de Pakistán, Rusiay Canadá. Lorena sabe que en cada conversación, ella es la más afortunada. A los mexicanos también los recibe con una banderita o el escudo de su estado.

Se sorprende de sus costumbres, su limpieza, su sabiduría, sus fiestas y sus atuendos. También la gratitud con la que responden ante ciertas atenciones. En una ocasión, ella y su familia arrojaron globos de cantoya para celebrar las fiestas religiosas de un huésped hindú y él, agradecido, lloró de felicidad. Para ella, eso es más cercano que viajar a otro lado.
Sus historias con huéspedes son infinitas; hay de todo, de cariño, de búsqueda de oportunidades. Gente centrada, educada, que quiere superarse y tener un futuro mejor. Todas, para Lorena, son lecciones de vida. “Y realmente nunca hemos tenido problemas. Ha sido maravilloso.”
Todavía piensa en Airbnb como un rescate a la difícil situación económica que vivía la familia. Ahora podía contribuir económicamente en las necesidades básicas de su hogar.

Cada amanecer, Lorena prepara el café con un toque de canela y está a la expectativa de qué pasará. Es común que le lleven regalos, ya sean unas enchiladas potosinas o quesos de otro lugar. Piensa en Airbnb no como un negocio sino como parte de una comunidad. También firma sus mensajes con un corazoncito, un toque personal para que la gente sepa de dónde nace todo lo que ella da.
“Cuando lo haces con el corazón, es diferente, es todo, es más bonito, es mejor”. Su vida ahora es diferente, es hogar, es una nueva oportunidad, es poder volcar su creatividad y personalidad en un estilo de hospitalidad.
Lorena se deleita de ser un ejemplo para los demás. Ya son más los que quierenn integrarse como ella a una nueva sociedad. Sus hijos también se han visto contagiados con ser mejores, más ordenados, y reflejar un ambiente de que todo está en su lugar. No hay gritos, ni volúmenes altos. Son más considerados y respetuosos con los demás. También buscan nuevas recetas para compartir y no aburrir el paladar.
Se sienten con la libertad de invitarlos a su mundo, de preguntarles sus costumbres.
“¿Quieres jugar cartas?” Cada vez, para sus hijos y nietos recibir a alguien externo es lo más natural. Así se alimenta el entorno familiar.

Prepara desayunos prácticos, fáciles, ricos y sustanciosos. Primero no sabía si incluirlo gratis, luego entendió que debía ser una elección adicional. Para las comidas les recomienda lo mejor de la zona. Dónde está la sopita más rica o un mole de verdad. Cree que no hay nada mejor que un buen sazón. Que recuerden la esencia de donde estuvieron. También que se lleven el aroma del lugar, que disfruten de la arquitectura, las tradiciones, la artesanía.
Han pasado casi 12 años desde que Lorena comenzó esta aventura. “Ganar un reconocimiento como el de súper anfitriona es algo que jamás imaginé, fue más de lo que esperaba de mí”. Durante este tiempo ha visto cómo han cambiado las cosas: reglas, impuestos.
Muchas reglas a prueba y error. Como las cámaras de seguridad, o los sensores de humo, “tan importantes que hasta nos los regalaron”. Y muchos cambios, como los impuestos que también han aumentado considerablemente, antes solo se pagaban comisiones. Pero hay cambios para seguir caminando de una manera segura. “El respaldo de Airbnb da muchísima confianza si llega a pasar algo inesperado, un robo o algún daño.”

“En esta casa, Airbnb es de personas reales”, concluye Lorena, “comunes y corrientes”. Eso para Lorena es el mayor regalo que la vida le ha confiado.