Mine Jiménez, una historia de superación

Mensajes Clave

  • Mine Jiménez comparte su historia como Anfitriona en la plataforma. Abrió las puertas de su espacio en 2018, desde entonces, ha recibido huéspedes con historias diversas y que, en algunos casos, se han convertido en sus amigos.
Mine Jiménez, anfitriona mexicana vestida de rojo, sonriente en la puerta del espacio que tiene en la plataforma

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  • Mine Jiménez comparte su historia como Anfitriona en la plataforma. Abrió las puertas de su espacio en 2018, desde entonces, ha recibido huéspedes con historias diversas y que, en algunos casos, se han convertido en sus amigos.

Su abuelita le contaba que llegaron de Oaxaca a la Ciudad de México en busca de una mejor calidad de vida y se establecieron en un antiguo departamento del Centro Histórico. Tres años después de ver cumplido su sueño, el terremoto del ’85 dañó el edificio y su hogar fue demolido. Luego de un tiempo regresaron al mismo sitio, como damnificados, pero ahora el departamento era más pequeño, de 45 metros cuadrados. En un cuarto vivían su papá, la esposa de su papá, su hermano y sus dos medios hermanos; en el otro cuarto vivían su abuela y el esposo de su abuela. A Mine le tocaba vivir en la sala y a veces tenía que esperar a que se fuera la última visita para poder hacer sus tareas.

“Yo no terminé mis estudios universitarios, sólo tengo la preparatoria. Entonces, yo veía la forma de cómo poder generar ingresos extra, pues siempre he ganado poquito”.

Con el paso de los años, Mine se quedó en el departamento con su hijo y su abuela,  que ya era grande y necesitaba cuidados. Con los trabajos formales que conseguía, Mine no ganaba suficiente para cubrir los gastos familiares, así que también tenía otros trabajos informales. Hasta que en 2018, comenzó a compartir su espacio en Airbnb.

“La verdad es que con Airbnb he crecido, he podido obtener ingresos extra que me ayudan a pagar mis estudios y los de mi hijo. Estamos pagando nuestros impuestos, estamos generando para la economía del país, para la sociedad. Ahorita por ejemplo, yo puse la chapa de la vecindad, arreglé la puerta y le di sus llaves a todos los vecinos. Compré unas macetitas para el jardín y estoy cotizando la tapa de la cisterna”.

Mine está orgullosa de que su hijo de 13 años hable 3 idiomas – inglés, alemán y español – y pueda convivir con personas de otras regiones. Y, además de recibir a viajeros, está retomando su carrera en Economía y Finanzas. Cuenta que ha recibido a viajeros muy diversos, muchas familias que necesitan cocinar, con bebés y niños, personas que necesitan un refrigerador para guardar sus medicamentos. Han habido huéspedes que se han convertido en amigos, incluso de los vecinos.

“Mi vecina de abajo es mi comadre, a ella le gusta mucho que lleguen de otros lados porque platica con ellos. Recuerdo mucho a unas chicas de Baja California Norte, mis vecinos estaban encantados con ellas porque cantaban bien bonito, les decían ‘Las Jilguerillas'”.

Además de hacerse amiga de sus huéspedes, Mine también tiene muchos amigos en el barrio. Y son ellos los que recomiendan a los huéspedes que la visitan. “Mi comunidad es toda una familia, todos nos conocemos. Yo conozco al de la tiendita, conozco al de los tacos. Una pequeña empresaria puso una cafetería también a la vuelta. Otros amigos tienen una pulquería, hacen eventos de intercambio cultural los martes”.

Hace un año murió su abuelita, recibió varios pésames de huéspedes que llegaron a conocerla, le tenían mucho cariño. Mine hoy tiene más esperanza que nunca, al preguntarle qué mensaje le daría a los habitantes de la Ciudad de México, contesta:

“Yo estoy comprobando que los sueños sí se logran cuando se hacen bien las cosas, con mucho trabajo y con disciplina, con buenos hábitos, porque eso me ha llevado a tener éxito, yo creo, que he sido bien constante, que no me rindo, que sigo en lucha”.