Aaron, un artista y gestor cultural que inspira a sus huéspedes con su arte

Vivir de su arte y sentir que continúa viajando alrededor del mundo es la posibilidad que ha tenido Aaron en los tres años desde que comenzó a recibir huéspedes a través de Airbnb. Un ecuatoriano con años de experiencia recorriendo el mundo, ahora se convierte en un excelente anfitrión para cientos de turistas extranjeros y nacionales que llegan la ciudad para conocer más de la riqueza cultural, arquitectónica, gastronómica y artística que tiene Quito.

Su interés en los lugares patrimoniales lo llevó a mudarse a una casa restaurada de más de 100 años de antigüedad en el centro histórico de Quito y convertirla en su taller de arte donde pasa la mitad de su tiempo creando pinturas y grabados, que una vez terminados, son parte de la decoración de todo el lugar. Uno de los atractivos de ser huésped de Aaron es sentirse rodeado de inspiración, historia y cultura. Aaron comparte su tiempo entre sus proyectos y en atender a sus huéspedes, en su mayoría extranjeros que llegan por vacaciones, trabajo o estudios.

Los ingresos que percibe Aaron a través de Airbnb son una ayuda extra en su presupuesto mensual, pero más allá de ser una entrada económica, considera que existe una satisfacción personal al compartir su tiempo, espacio y promover la interculturalidad con sus visitas. Airbnb es parte de la vida de Aaron y ha dejado en su vida experiencias, aprendizajes y buenos amigos de varias partes del mundo con quienes mantiene contacto.

“Me contaron de Airbnb y pensé que significaría un ingreso económico extra, pero también una oportunidad de alojar a personas que llegan con la intención de conocer la ciudad y tienen un sentido de curiosidad por el arte y compartir con ellas todo lo que sé”.

Aaron considera que la actividad económica se activa cuando un anfitrión de Airbnb ofrece hospedaje en su propiedad al tiempo que comparte con el huésped sus recomendaciones de negocios favoritos en su comunidad. En ese sentido, los huéspedes consumen alimentos y bebidas de comercios locales, compran artesanías, visitan museos, entre otras actividades que significan, por un lado, una contribución local a la dinámica de comercio y por otro, un enriquecimiento intercultural en la convivencia. El artista extiende su visión y en un futuro espera ampliar su oferta para brindar nuevas experiencias a sus huéspedes.

“Estamos en un momento en que la economía mundial debe ser colaborativa, ya se ha demostrado que puede funcionar. Airbnb me conectó nuevamente con el mundo, la interacción me ha motivado muchísimo, es un crecimiento espiritual fantástico”.

El mayor interés de Aaron es trasladar su gusto por el arte a sus huéspedes y generar una nueva experiencia de viaje a través de una atención personalizada y detallista que los haga sentir como en casa. Además, la ubicación de su casa es un valor agregado, al estar en pleno corazón del centro histórico, es ideal para que los visitantes encuentren museos, centros culturales, restaurantes, iglesias, arquitectura antigua tan solo con caminar unos minutos.

Aaron se preocupa por atender, de manera diferenciada, las necesidades de sus huéspedes desde el primer momento. Por ejemplo, si una persona llega por la tarde, prepara una cena con una copa de vino para hacerlos sentir como en casa y si, por el contrario, un huésped llega muy tarde por la noche, se encarga de tener listo un desayuno especial en la mañana para invitarlo a iniciar el día con mucho ánimo. El agua y las frutas frescas nunca faltan en la casa de Aaron.

“La integración intercultural que promueve Airbnb es importante para fomentar el turismo, el hecho de que un viajero se quede en una casa particular aporta con una riqueza cultural y espiritual porque se crea una conexión entre el huésped y el anfitrión. Tener mi taller de arte en casa hace que muchos huéspedes se integren, participen y quieren aprender, tengo dibujos de personas que han venido y lo dejan como un recuerdo. Te conviertes en la familia de una persona durante el tiempo que la hospedas”.