Arturo, el anfitrión que sorprende a los huéspedes con su casa repleta de arte emergente
Hay una sola cosa que a Arturo le gusta tanto como conocer gente de otras culturas: el arte. La enorme casa en la que vive, una rareza, ya que está ubicada en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, respira esas dos pasiones. Está decorada con su impronta vanguardista, repleta de obras de artistas emergentes y está, también, habitada continuamente por viajeros de todo el mundo, a los que Arturo ama recibir como si fueran sus amigos y recomendarles recorridos por los lugares más vibrantes de la ciudad.
Arturo tiene 30 años y su propia galería de arte, que funciona en la misma casa que comparte con sus huéspedes. “La motivación inicial fue que tenía una habitación extra muy grande en un barrio muy bien ubicado, y pensaba: no puede estar esta habitación sin uso”. Un amigo le contó de Airbnb y no dudó en probar la plataforma.
La casa, que tiene hasta una huerta orgánica en la terraza, sorprende a los visitantes por la decoración, que Arturo diseñó con mucho esmero. “Decidí decorar las habitaciones con obras representativas de las distintas regiones del país, de modo que los huéspedes puedan recorrer Argentina dentro de la habitación, que puedan entender dónde están parados”.
A él le encanta que el arte le permita establecer vínculos con sus huéspedes y que los aliente a conocer más sobre la Argentina.
“Yo puedo contarles acerca de las obras, de los lugares donde trabajan los artistas y decirles que estaría bueno que visiten esos lugares. Siempre hay historias detrás de las obras y se pueden abrir nuevas charlas, nuevos encuentros, nuevos viajes. Eso me gusta mucho”.
Arturo dice que todos sus huéspedes, una vez que se van, se convierten en sus amigos, con los que permanece en contacto por las redes sociales. “Airbnb me gusta porque nunca la palabra inseguridad estuvo en mi vocabulario. Nunca estuvo la palabra miedo. Yo soy confiado 100%. Vos venís y es tu casa”, dice.
Recuerda cuando hospedó a Lidia, que viajaba desde Chubut a Buenos Aires para visitar a sus hijos. “Lidia quería comer con su familia y los hijos no tenían lugar en sus casas para poder juntarse todos. ¿Cómo yo no iba a ofrecerle a Lidia mi casa para que pueda almorzar un domingo en familia? Estaba dicho, y es lo que sucedió. Hicieron unas pastas increíbles. Darle esa posibilidad a una huésped le cambió la estadía por completo”.