Mayra y Edaín, herencia familiar
“Airbnb representa el esfuerzo de todos, también gratitud”; describe Edaín con alegría. “Mijefa es la jefa”; Se refiere a Mayra, su madre, socia y mentora en el camino de la vida.
Casa Guayaba nació a partir de la herencia que recibió Mayra cuando murió su padre. Era una construcción de más de cuarenta años conformada por cuatro habitaciones. Su padre las alquilaba desde antes de que se desarrollara la actual zona hotelera de Cancún.
Cuando su padre murió, Mayra se acababa de jubilar. Era supervisora de un jardín de niños. Aunque ganó libertad, perdió una parte importante de su ingreso. Necesitaba recuperarlo y la posibilidad de ofrecer las habitaciones en Airbnb fue la respuesta. Era una actividad noble que conocía desde pequeña y a la que estaba dispuesta a dedicarse.
Volver a empezar también significaba recuperar la memoria familiar, el oficio que tanto trabajo le había costado a su padre. A la casa le faltaba mantenimiento y obra para recuperarse. Junto a su esposo, hijos y otros familiares, se pusieron a picar paredes y a pintar.

“Todos se mancharon las manos”, recuerda Mayra alegremente. Así lograron remodelar el espacio y lo dejaron a la altura de lo que ella veía que ofrecían los demás. Lo quería funcional, limpio, espacioso y que reflejara la belleza de Cancún, de su parte más tradicional.
Edaín renunció a su trabajo en una tienda y se centró en ayudar de tiempo completo a su mamá con la limpieza de la alberca y de las habitaciones, en la comunicación con los huéspedes y las recomendaciones de la zona. Eso le ha permitido a Mayra mayor libertad de movimiento, ya que él puede encargarse de todo mientras conoce más del lugar. Además, el ingreso que percibe ahora es mucho mayor. “Ya no lo explotan”, comenta Mayra, quien lo nota más contento y entusiasmado.
“Es una relación de absoluta confianza y conexión”, comenta Mayra. Cuando ella viaja, siempre se hospeda a través de Airbnb, así conoce a otros anfitriones. Lo que le gusta, lo aprende. Agradece la oportunidad de poder transformarse y no parar.

Los cambios han beneficiado a la familia, pero además a los vecinos. “Nos agradecen que el lugar que nos rodea se haya levantado, le da otra vista a la cuadra, pues alumbramos la calle. Nos apoyamos.” Edaín sabe que su trabajo vale y que se hace notar.
También ha descubierto su pasión por la arquitectura y la decoración. De la mano de Mayra, siempre están buscando un cambio, una sincronización.
“Me hubiera encantado que mi padre estuviera vivo para contemplar todo esto, todo el trabajo que hemos hecho.” Mayra sabe que se sentiría muy orgulloso de ver el esfuerzo. La unión.
Mayra intenta estar al día con las regulaciones del sector. Cree que hasta el momento son buenas, pues ofrecen más seguridad, tanto a huéspedes como anfitriones. Para ella recibir huéspedes que ya pertenecen a la comunidad es un alivio, una certeza y una protección. Además, cuentan con licencia de funcionamiento y carpeta de protección civil, lo que les da mayor confianza en caso de cualquier eventualidad.

“Creo que en muchos ámbitos las regulaciones son necesarias”, opina Edaín, “pero estas medidas también deben considerar quiénes somos. O sea, no es lo mismo un hotel que un Airbnb: nosotros los recibimos en nuestra casa; no somos lo mismo que un servicio de hotel.”
El folclore mexicano de los negocios aledaños y otras recomendaciones no pueden faltar. “Así como el buen sazón y algo para disfrutar”, agrega Edaín. Desea estar al pendiente de cada detalle y, al mismo tiempo, disfrutar de los días junto a su mamá.
“Siempre he admirado a mi mamá”, concluye Edaín, “y le agradezco la oportunidad de poder ayudarla y pasar más tiempo con ella”. Siempre que pueden, después de atender los pendientes se preguntan: “¿Un desayunito?”. Entonces se preparan un café, platican y, a veces, hasta se dan un chapuzón en la alberca. Saben que deben aprovechar el momento, porque el tiempo nunca se repetirá.
