Roberto e Irving: orgullosos de ser boricuas

Mensajes Clave

  • Roberto e Irving cuentan su historia como Anfitriones en Puerto Rico y comparten cómo fue el proceso para abrir las puertas de su casa a los huéspedes que visitan la isla.
Dos anfitriones de la plataforma están sentados en la sala de la casa, con dos ventanas al fondo.

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  • Roberto e Irving cuentan su historia como Anfitriones en Puerto Rico y comparten cómo fue el proceso para abrir las puertas de su casa a los huéspedes que visitan la isla.

En una fiesta de la Universidad de Puerto Rico, Roberto Casanova conoció a Irving Rodriguez y desde entonces comparten experiencias y una misión de vida: proveer a las personas un lugar donde disfrutar, donde puedan olvidar sus problemas y angustias. “Cultura, la defendemos. Es nuestra trayectoria de vida”, contó Roberto, quién compartió tres de sus pasiones hasta ahora: las antigüedades, el landscaping y Airbnb. “No considero que compartir nuestra casa sea como un trabajo, lo encuentro como diversión. Moriré con las botas puestas y me llena”, comentó. Para Irving, Airbnb es “como un regalo”.

Hace treinta y cinco años que viven en San Germán y desde hace doce decidieron que querían invertir su fondo de retiro para que estuviera activo y que no se les agotara. Entonces, sus vecinos, un par de biólogos marinos, les ofrecieron su casa en venta. Aceptaron. La propiedad estaba deteriorada, así que comenzaron a renovarla.

Lo planearon en tres etapas. Primero la piscina, después la terraza y por último la casa. Había que pulir y pulir madera de muchos años. Todo lo hacían por cuenta propia o con la ayuda de empleados de confianza con los que han trabajado desde hace más de veinte años. Poco a poco la casa “volvió a lucir de nuevo”.

Únicamente decoraron con muebles hechos en distintos pueblos de Puerto Rico. “Decoración ecléctica”, describe Roberto por ser aficionados a las antigüedades. Unos muebles fueron comprados, otros restaurados y otros heredados de familiares como abuelos y tíos. “Queremos que el mundo conozca que tenemos nuestra propia idiosincrasia, nuestro propio estilo, nuestra propia historia y que nos encanta compartirla porque es tan antigua”, cuenta él. 

También querían que el espacio se sintiese en armonía con la naturaleza. Instalaron abanicos de techo para poder tener las ventanas abiertas y disfrutar del fresco así como escuchar a los coquíes durante la noche y a los pajaritos que cantan cada mañana. Al terminar la restauración se preguntaron “¿ahora por qué camino nos vamos?”. Exploraron varias plataformas y optaron por Airbnb, pues la plataforma ofrecía más seguridad y garantías tanto para el anfitrión como para el huésped. 

Además, se identificaron mucho con los asistentes de la plataforma, que entendieron que estaban iniciando y los apoyaron “llevando de la mano” en todos los procesos. Por cada pregunta que tenían llamaban y ellos les respondían velozmente. “Nuestra casa es distinta”, comenta Irving con orgullo, “nos alegra mucho cuando un huésped repite la visita. Hay excelentes restaurantes, tiendas, ríos, montañas, playas y más actividades culturales cerca que les recomendamos. Así mantenemos activa nuestra aportación a los demás negocios dentro del vecindario, el pueblo y la zona”, explica.

Roberto lo tiene muy claro; “lo más importante es la limpieza y el orden.” Por ende, hay cosas, como “el laundry” que no delega. Desde que se van los huéspedes, él recoge todo en bolsas y lava cuidadosamente para asegurarse de que quede impecable, libre de manchas y con buen olor. También dobla, guarda y él mismo hace las camas.

Otro factor que les concierne es la privacidad. Una vez que los clientes entran por el portón de la entrada, Roberto e Irving respetan su intimidad. Si necesitan algo pueden llamarlos pues siempre están al pendiente para responder. “Nuestra casa trae recuerdos a todo el que llega”, destaca Roberto mientras ríe sutilmente, “es más como un chalet. Cuando vienen niños corren por toda la casa, como hacíamos todos cuando íbamos a las casas de madera.”

Los niños son los que más gozan del jardín mientras que los adultos tienen su espacio pues la casa ofrece paz y tranquilidad, “que es lo que principalmente busca la gente al vacacionar”, asegura Roberto, “esa alegría nos llena tanto el corazón que nos da energía para seguir y seguir sin parar”.