Maru te hace sentir como un miembro de la familia
Maru de 68 años es una cocinera mexicana y mamá de cuatro hijas. Ella conoció Airbnb a través de una de sus hermanas. Vive en la zona sur de la ciudad, cerca de un área de hospitales de la Ciudad de México y el Estadio Azteca.
Maru, dice que su genética de servicio la hace disfrutar mucho la interacción con las personas, el poderlas atender, consentir y cuidarlas.
Cuando llegamos a entrevistar a Maru le preocupaba mucho que no hubiéramos desayunado aún, así que insistió en preparanos huevos revueltos y frijoles con una salsa de molcajete y tortillas recién compradas. Ah y claro, pan dulce y café con leche.
Minutos más tarde bajaron sus huéspedes, un matrimonio que vino a CDMX en una visita exprés para el partido de su equipo favorito, se referían a ella como “La tía Maru”.
“[a mis huéspedes] les platico de las tradiciones, esta colonia tiene una historia muy interesante, de verdad. Mi lema es: primero calidez, segunda empatía y tercero respeto”.
La habitación que tiene en la plataforma le pertenecía a una de sus hijas. Al quedarse únicamente con su esposo y su hija menor en casa, tomó la decisión de obtener un ingreso extra a través de ésta para ayudar a la economía de su familia.
Y es que sin duda, en cuanto pones un pie en casa de Maru, te trata como si fueras parte de su familia. Incluso nos cuenta que ha compartido convivios familiares con sus huéspedes, integrándolos como si fueran un miembro más.
Para Maru, cada huésped y su historia le abren las puertas a otras vidas y otras costumbres, y más de uno ha vuelto varias veces a hospedarse con ella. Ella trata así a cada huésped, pensando en cómo quisiera que trataran a sus hijas cuando necesitan el servicio. Para ella seguir el hilo de vida de sus huéspedes es muy importante.
La casa de Maru tiene algo especial. En su sencillez, sin lujos innecesarios, te sientes cómodo. Al estar ubicada cerca de hospitales o centros de salud, como por ejemplo la FUCAM (Fundación de Cáncer de Mama), recibe frecuentemente personas que padecen alguna enfermedad, que están ahí para un tratamiento intenso o para acompañar a un pariente hospitalizado.
Se necesita un espíritu como el de Maru para ser una anfitriona excepcional con personas cuyo viaje no tiene por objetivo una exploración turística.
“Ese es el concepto que yo quiero que se lleven del mexicano. De que somos cálidos, que somos muy amigables, que luego, luego ya estamos como si fuéramos compadres”.
Sin duda, quienes han tenido la oportunidad de conocerla y hospedarse en su casa podrán afirmar que no sólo disfrutaron de su compañía y el respeto que muestra por el espacio y la privacidad de cada huésped, sino también nos contarían que Maru es una anfitriona que abre mucho más que las puertas de su casa al recibirte.